
Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) crecen a un ritmo imparable en todo el mundo. Ordenadores, televisores, móviles, frigoríficos o pequeños electrodomésticos que desechamos a diario contienen en su interior sustancias altamente contaminantes, capaces de poner en riesgo la salud de las personas y la integridad del medioambiente si no se gestionan de manera adecuada.
Muchos dispositivos electrónicos incluyen materiales y compuestos químicos que, en caso de liberarse, tienen efectos nocivos a corto y largo plazo. Entre los más destacados encontramos:
- Plomo: presente en soldaduras y pantallas. Puede provocar daños neurológicos, afectar al desarrollo infantil y contaminar aguas subterráneas.
- Mercurio: habitual en lámparas fluorescentes y algunos interruptores. Su acumulación en ríos y mares se transforma en metilmercurio, una sustancia que se incorpora a la cadena alimentaria a través de los peces, llegando finalmente a los seres humanos.
- Cadmio: usado en baterías recargables. Su contacto con el suelo puede afectar cultivos y plantas, mientras que la exposición prolongada en humanos está relacionada con enfermedades renales y óseas.
- Cromo hexavalente: utilizado en procesos de recubrimiento y tratamiento de metales. Es altamente tóxico y puede generar problemas respiratorios y cáncer.
- Retardantes de llama bromados: presentes en plásticos y circuitos. Se acumulan en tejidos vivos y alteran el sistema endocrino.
- Gases refrigerantes (CFC, HCFC y HFC): presentes en frigoríficos, congeladores, aires acondicionados y equipos similares. Estos compuestos son responsables del deterioro de la capa de ozono y contribuyen al efecto invernadero. Además, su inhalación en espacios cerrados puede provocar problemas respiratorios y neurológicos.
Cuando los RAEE se abandonan de forma incorrecta en vertederos o se manipulan sin medidas de seguridad, las sustancias contaminantes comienzan a liberarse lentamente:
- Contaminación del suelo: Un solo tubo fluorescente puede liberar hasta 5 mg de mercurio. Si este llega a un terreno agrícola, puede afectar directamente a los cultivos y, posteriormente, a las personas que consuman esos alimentos.
- Contaminación del agua: Una pila de botón contiene suficiente mercurio para contaminar hasta 600.000 litros de agua, una cantidad que equivale al consumo anual de varias familias. Si esta sustancia llega a un acuífero, el daño ambiental es casi irreversible.
- Contaminación atmosférica: El gas refrigerante de un frigorífico antiguo puede tener un potencial de calentamiento global hasta 1.400 veces superior al del CO₂. Si se libera, contribuye al cambio climático y a la destrucción de la capa de ozono.
- Efecto acumulativo: Los metales pesados y gases no se degradan con el tiempo; permanecen en el entorno durante décadas, incrementando su toxicidad a medida que pasan a la cadena alimentaria o al aire que respiramos.
La solución: una gestión responsable de los RAEE
El impacto de estas sustancias contaminantes se puede prevenir. La clave está en gestionar y reciclar correctamente los RAEE, asegurando que los materiales peligrosos se extraigan de forma segura y que los componentes aprovechables se reincorporen a nuevos procesos productivos.
En Ewaste Canarias trabajamos cada día para garantizar que los residuos electrónicos tengan un tratamiento seguro y respetuoso con el medioambiente. Con tu colaboración podemos reducir la huella contaminante y proteger tanto la naturaleza como la salud de las personas.
Reciclar tus aparatos eléctricos y electrónicos no es solo un gesto responsable, es una necesidad urgente para evitar la contaminación de nuestro entorno.